Ser
político, en los tiempos que corren, es sinónimo de canalla, golfo, sinvergüenza
o cualquiera de los muchos improperios que se puedan dar cita en el diccionario
o en el vocabulario de la calle más barriobajera del planeta. Pero las cosas no
suceden por sí solas. A nadie se le ocurre llamar chorizo o delincuente al
barbero de mi calle, como no se le ocurre decírselo al panadero o a la señora
del kiosco de los helados. Todo tiene un por qué, un antes y un después y, como
decía mi abuelo, algo habrá hecho si se
lo dicen. Quiero decir con esto, que la mala fama que pueda tener un
particular o un colectivo concreto; como ocurre con los taxistas, los
controladores aéreos o los funcionarios, no define a la mayoría de sus
miembros, pero cuando el río suena……..
La
crisis actual y los casos de corrupción que salpican a diario los periódicos
con fotos de políticos e incluso de miembros de la Familia Real, se alternan
con las de desalojos, hambruna y bancos de alimentos a rebosar. No se donde vamos a parar -decía el otro día uno en un bar- cuando no haya para nadie a ver de que comen
los políticos.
Pues
a eso voy, que no se sabe de que van a comer. La idea la acaba de dar hace unos
días la presidenta de Castilla-La Mancha y a la sazón secretaría general del
PP, con lo de rebajar, suprimir o recortar, tanto sueldos como cargos
políticos. Haciendo caso del pensamiento popular y de las voces de la calle ha
metido el dedo en la llaga. Ha puesto en las portadas de los medios de
comunicación el pensamiento de la inmensa mayoría de los ciudadanos: que los
políticos trabajen por vocación.
En
época de vacas gordas, donde no se tiene en cuenta, al menos de una manera tan
exhaustiva que se hace con lo público, a los políticos se les llena la boca al hablar
de su función, como de compromiso con el pueblo, vocación de servicio público,
ayudar a sus convecinos en general; vamos. Digo yo que si fuera eso cierto
podían desempeñar su cargo de manera altruista como hacen muchos concejales y
presidentes de comunidades, pero no, no van por ahí los tiros.
Ser
político no es tener una vocación de servicio hacia los demás. En todo caso esa
vocación hay que asignársela a los médicos sin fronteras, a los voluntarios de
las ONG´s que van por la vida con la utopía por bandera, pensando que en el
mundo hay gente más buena que mala y que los hijos de puta sólo existen en el
primero de esos mundos. Ser político es mucho más descabellado que todo eso,
porque cuando uno elige esa “vocación” ya está pensando en sus posibilidades
para llegar a líder de algo o en barrer para adentro lo más y mejor que pueda.
La
tesitura que marca la señora de Cospedal no es pecata minuta, -moco de pavo- que dirían en mi pueblo y en algún
otro. Se trata ni más ni menos que de cambiar el modelo de retribuciones a los
diputados –seguro que no se quedaba ahí la cosa- en un país donde la mayoría de
los cargos públicos no tiene ni oficio ni beneficio, pero una cara más dura que
el granito y un cinismo capaz de inventarse currículos para impresionar al del
escaño de la lado.
Las
reacciones no se han hecho esperar y, como suele ocurrir, los primeros que se
han retratado han sido los que ven peligrar el único status que tienen y los
dineros que por ello consiguen. De ser una realidad el planteamiento y propuesta
de la presidenta de Castilla-La Mancha, de que van a vivir los maridos de, los
hijos de, los hermanos de y demás parentela. Seguro que desde su propio Partido
también le dan un toque de atención, ya que con esa medida dejaría en la calle
al hijo tonto del Conde de los Monteros –que no se si es un título que existe-
pero que ejerce de subsecretario de no se que leches, o al primo del primo del
que ocupa el escaño ciento cinco –por decir algo-.
Los
socialistas han tachado la medida de demagógica, pero no han dicho si se van a
rebajar los sueldos. Los comunistas –perdón IU- han callado la boca por si se
ponen de acuerdo los dos grandes Partidos y se quedan en la calle y el resto
como dice el refrán, cuando las barbas de
tu vecino veas cortar………
En
definitiva, que me parece muy bien, aunque con matices, el anuncio y compromiso
de la Cospe, para mejorar la imagen de los políticos, empezando por los de su
cantera. Me parece bien que ejerzan de abogados, médicos, ingenieros o porteros
de discoteca, y que después, en sus ratos libres dediquen su tiempo a mejorar
la vida de sus paisanos y sean de vocación política.
Seguro
que si así lo hacen –no caerá esa breva- se les tendrá en mejor consideración,
serán felicitados por la calle, distinguidos en homenajes públicos, llamados a
apadrinar niños y a dar el vino de honor en la inauguración de las empresas y,
sobretodo podrán vivir tranquilamente en sus pueblos sin necesidad de
esconderse por haber hecho alguna barrabasada.
Hágalo
así señora Cospedal y no se quede en las primeras matas, meta la guadaña a
fondo y veremos cuantos quedan. Vamos a ver que pasa con la telefonista que
llegó a Ministra, con el Diputado que salió del paro, o como dice el cantar:
con el más capullo de mi clase, que elemento, que está en el Parlamento.
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