lunes, 10 de agosto de 2009

Palabras que estallan

Hace unas fechas leía en Noticias de Guipuzcoa un artículo que bajo el título “Estallan las palabras” no dejaba indiferente ninguna conciencia democrática y, mucho más allá, ninguna conciencia de persona con un mínimo de decencia. El artículo venía firmado por José Ramón Blázquez, a quien no conozco, ni las ganas. Pero lo que me sorprendió realmente es que un señor que tiene la titulación de doctor en Ciencias Políticas pueda tener una visión tan sesgada de lo que es Euskadi, España y de los que enredan en lo uno y en lo otro, que a la sazón es lo mismo.


A cuenta del salvaje asesinato de dos muchachos metidos a aprendices de guardia civil, uno eventual, a manos de los de siempre. Cuestión a la que no le voy a dedicar ni dos renglones, viene este señor a realizar un juicio paralelo entre lo que piensa la sociedad en general y lo que a él le gustaría que pensáramos.


Si bien es cierto que no le falta razón en el argumento, le pierden las formas tanto o más que a los que critica. No hace falta ser muy sagaz para ver que el resultado de tan descabellado artículo no es otro que el de justificar la pasividad histórica del PNV frente a los violentos y quienes les respaldan y seguir con la pataleta de haber perdido en las urnas lo que no han sabido proteger con la inteligencia. Deberían él y otros, mirarse más y mejor el ombligo, ver que aptitudes y conductas les han situado donde están y dejar de entender a buena parte de la sociedad vasca y por ende española, que no hace público su sentir por la mordaza informativa y social que se ejerce en el país vasco por parte de sus correligionarios y de los otros.


Se tiene muy poca vergüenza si se quiere meter al Foro de Ermua en el saco de los despropósitos. Se tiene muy poca vergüenza si se mira para otro lado frente a los violentos y sobretodo, se tiene muy poca vergüenza si después de lo llovido se escriben artículos tan patéticos. Vuelvo a reiterar que, pese a todo, no le falta razón en el argumento, pues los políticos deben ser profesionales de lo suyo y saber donde está el límite entre abrir la boca y soltar palabras por ella. Pero no puede pedir contención emocional a una sociedad que está hasta los mismísimos de que se utilicen rodeos lingüísticos para decir lo que hay que decir, yo el primero. Nos faltan cojones; si señor, pero frente a la sinrazón de las pistolas y de los que esconden el pico debajo del ala esperando que escampe no hay cojones que valgan. Sepa usted que a la sociedad española y vasca no la desmoralizan los asesinos, pues ya se cuenta con su respuesta, quienes nos desmoralizan a todos, son personajes que escriben, hablan y hacen política a costa de ellos.


A estas alturas de la película no escondan la mano, pues ya les vimos tirar la piedra, no hagan mutis por el foro, dando por supuesto que los ciudadanos normales, los de a pie, los que sufrimos las consecuencias de lo malo y de lo malo les vamos a culpar de todo lo que le pasa a Euskadi. La crisis es de ZP, la guerra de Irak de Aznar, como la pasividad frente a ETA es del PNV, por mucho que se empeñen todos los días y a todas horas en querer demostrar lo contrario, y eso lo entiende y lo habla en la intimidad (como decía el otro) hasta el sursum corda.


Volviendo al planteamiento inicial quiero decirle al firmante y a los que piensan como el, que es un atentado contra la inteligencia de cualquiera plantear siquiera en voz baja que el mayor enemigo de ETA ha sido el PNV, váyase usted a hacer puñetas señor mío con su título de doctor en ciencias políticas, pues esa afirmación de tamaña desfachatez no hace si no herir la sensibilidad del más insignificante ser humano de este país y provocar la risa hilarante en un tema tan serio. Dediquen su posición y su cultura a trabajar más y mejor por Euskadi sin poner zancadillas, hagan un ejercicio sincero de reflexión y que Amando de Miguel les haga un estudio sociológico de hasta donde está la mayoría de la sociedad vasca de los salva patrias y, entonces cuando hayan aprendido a utilizar la receta aplíquenla con mucho fundamento para que no les vuelva a pasar lo mismo.

Por último, retomo los renglones torcidos y amenazantes que utiliza para despedir su artículo. Las palabras corrompen, desmoralizan e incendian. Cuidado con ese fuego. Unas veces estallan las palabras y otras las palabras estallan y a cada uno se le ve el plumero según lo agite.