miércoles, 23 de junio de 2010

TODOS A LA MIERDA



España es uno de esos países en que, de vez en cuando, necesita todo irse a la mierda, entre otras cosas, porque en la inmundicia afloran todos nuestros males, nuestras arrogancias y nuestros falsos anhelos; flotan todos organizados como los músicos en una orquesta de cámara y nos llega al auditorio el sonido fétido y esperpéntico de una pésima sinfonía. Vivimos en un país donde cada día se hace más necesario reivindicar Pérez Revertes y llamar a las cosas por su nombre, donde los ciudadanos, a falta de soluciones, debemos tirar por la calle de en medio y partirnos el pecho contra el vecino de enfrente porque estamos hasta los mismísimos de que se justifique lo injustificable y, donde a fuerza de buscar soluciones cada minuto del día, se hace más patente la idea de que existen dos españas; una es la que ven los políticos y chupópteros que pululan en los satélites del poder, y otra de los pobres ciudadanos que no tienen ni recurso al pataleo, ni perrito que les ladre, y de eso saben mucho los no se cuentos millones de parados de la empresa del de la ceja; sí ese, el ZP.


España necesita reinventarse cada cierto tiempo a sí misma; con una república, con dos, con una dictadura, con dos, o modernamente con un Estado del “bienestar” o con dos. España ya no es España. Es una circunstancia en la Europa del siglo XXI, con un gobierno que desgobierna y una o varias oposiciones que ni se oponen ni gobiernan; o lo que es lo mismo, en slogan de los más radicales “gobierno y oposición la misma mierda son”. Hemos llegado al punto en que nada nos satisface, en que tan asqueados estamos de unos y otros, que la única solución, a veces, y con el paladar encendido, es tirar por la calle de en medio, ya que por suerte y, de momento, no todo el monte es orégano.


Estoy hasta los mismísimos de aguantar esperpentos, de leer titulares en medios de comunicación, tanto en prensa escrita como en digital, para no decir nada y de esperar que en un país con un huevo y medio de políticos alguien tenga la sensatez y, la valentía, por no decir decencia, que no es moco de pavo, de darnos a los españolitos de a pie alguna solución antes de que nos tiremos a la yugular del vecino.

Sí, ya se que es estoy encendido, yo también me he dado cuenta, pero es que tengo la mala costumbre de leer los periódicos y ver la televisión haciendo zapping, o como se diga, todos los días, desde el canal del gobierno y el de las oposiciones, hasta ese que te regalan una tostadora si te fijas en si la presentadora tiene las tetas de plástico o no. Estoy harto de justificar posturas, de darle la razón al que juega la partida conmigo en el bar y de maldecir a la de la Vega, a Rajoy a Zp y al sunsumcordam, o como se diga. En definitiva, que estoy hasta donde ustedes están pensando pero no lo pueden escribir. Estoy en la misma disyuntiva que la mayoría de los españoles, pero por suerte para todos no hay trabucos naranjeros, ni estamos en la España de las navajas de Albacete, a no ser para reivindicar tan prestigiosa y excelente artesanía. Pero hago acopio de valor, hostigado por los primeros calores de junio, para meterle de ostias a todo el que se me ponga por delante, dialécticamente hablando, después de leer la entrevista que le hace Teresa Viejo, en el Interviú del 31 de mayo al 6 de junio a Ignacio Fernández Toxo, a la sazón, Secretario General de CCOO. Este es el que me ha encendido de verdad, éste es el mayor caradura, por no emplear otra palabra más gruesa, que te puedes echar a la cara con la que está cayendo “del oso Yogui ni hablo, porque acabo de merendar”. Parece mentira que por una parte hable de su particular lucha contra la injusticia obrera en los años 70, en el astillero de Ferrol y sus años de cárcel, lo cual le avala para desempeñar el cargo que ahora ocupa, y que por otra, justifique y ampare la debacle que se cierne contra los obreros en este gobierno de ZP y haga demagogia barata para defender causas y comportamientos del año catapún, que ni yo ni los más jóvenes de esta generación entienden, por no decir lo que pensaría de esto Marcelino Camacho o Nicolás Redondo. Lideres sindicales de su tiempo, que pese a no ser de mi cuerda, sería capaz de besar el suelo donde pisan por haber luchado con un par, contra viento y marea en tiempos difíciles.


Nos quedan dos años para las elecciones generales, y hoy por hoy, y a pesar de lo que dicen las encuestas, sería capaz de votar antes al mismísimo diablo que a cualquiera de estos que todos los días emborronan con su nombre las páginas de la prensa. Necesitamos que las nuevas generaciones, pero las nuevas nuevas, no esas de la Pagín y la Soraya, se pongan las pilas y se lleven por delante toda esta mierda, antes de que nos llegue al cuello. No podemos seguir ni un año más soportando fugas de cerebros, de capitales, de sgaes y mamonadas, de impuestos revolucionarios, sí he dicho bien, (vease la viñeta de martinmorales en el número de interviú citado anteriormente) de Bibianas, de estudios del comportamiento sexual de la abeja Maya y del despilfarro en vestuario de nuestras divas políticas.


Ahora sólo faltaba que me pusieran una multa por escribir este artículo para sacarme los cuatro duros, que no tengo, por expresar libremente mi opinión, pero esta es la España en que me ha tocado vivir, pero juro por snoopy que no voy a vender ejemplares en el top manta a no ser que la manta la ponga mi admirado Pérez Reverte, mientras tanto, pueden irse irreverentemente todos a los que les joda a donde el título del mismo.