sábado, 9 de mayo de 2009

De Pérez Reverte al Capitán Alatriste

Pérez Reverte es un cabrón con pintas, dicho con todo el cariño del mundo. Es un tipo con un par de cojones al que no le importa poner a parir a cualquier hijo de vecino si con ello satisface su ego y nota que sus argumentos le dan por el culo al otro.

Desde hace un tiempo carga la pluma con dardos envenenados y el muy cabrito tira a dar. Y lo hace porque le sobran argumentos y le joden los tontos de baba. Lo hace desde la tranquilidad que da tener el riñón bien cubierto y no necesitar tocarle la espalda a ningún gilipollas de los muchos que abundan en el mundo de las letras. Lo hace porque le sale de ahí, mismamente.

Conozco a Arturo, le llamo así con cariño porque se que no va a leer esto, desde la época en que se pasaba la vida en las guerras y, posteriormente, compartiendo noches y madrugadas; el, a un lado del micro, en radio nacional, y yo al otro lado, de escuchante. En esa época era mucho más comedido porque aún no había dado el salto definitivo a la fama. En cambio ahora se comporta como si él sólo quisiera arreglar el mundo y para ello tuviera que echar a palos a los fariseos del Templo.

Me gustas Alatriste, eres la Biblia en verso y, por eso, con poco acierto, y rompiendo mis reglas tradicionales de compostura didáctica te emulo en palabrotas de diccionario, en la seguridad de que las almas esas que se santiguan por las esquinas de la literatura no acertaran con los blog estos tan modernos que nos estamos inventando.

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